Este simba es el ciclo sin fin.



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Recuerdo muy poco de aquel día, mucho mundo que arrastrar, una noche, una puta jeringa y una última cena, fueron pastas a la boloñesa lo que mejor preparaba mamá y la comida favorita de Alejandro, le dije -Vamos quiero caminar, vamos quiero girar, vamos me quiero bajar. Un camino largo y silencio, sin destino somos de esos que nunca están perdidos.


Ni siquiera recuerdo con cuál de los tres estaba, buscábamos una luz o huíamos de ella, recuerdo muy poco de esa noche, ya estábamos en la quinta. -Vamos dame un beso caliente ya falta poco para llegar. Subimos hasta san Antonio, no había mucho que hablar, el lloro un poco, la verdad no recuerdo mucho de esa noche, yo silencio con lo único que tenía, lo que me quedaba y una puta jeringa, 10 Cm en un brazo, - Promételo, dame tu palabra mirándome a los ojos, si esto queda a medias lo acabas a golpes. 10 cm en el otro –No, no duele, o no lo sé tengo mucho frio, pásame tu camisa, promételo si quedo a medias me ahorcas con ella, ven, vamos ayúdame. Se acercó a mi cuello, lo iba a disfrutar, pasó despacio su lengua y me mordió fuerte, no recuerdo mucho de esa noche, sentí el ardor en los dedos de los pies. –No, no duele, o no lo sé.. 10 cm en la arteria. -Ahí es fijo, te lo prometo si quedas a medias con esta misma piedra te destrozo la cara… Lo amába, sí y como no lo iba amar. 60cm más tarde, me dolían los brazos o los pasos, me helaba la lluvia, me hablaba la iglesia y pasaba la noche, a SanAntonio no le lloraba el niño, no había vino esa noche o lo había, no lo sé, recuerdo muy poco de esa noche o eso le repetía al psiquiatra a la mañana siguiente, donde ya lo importante era que había decidido ser artista.

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