EN MI CABEZA VIVE UNA MAQUINA TRISTE



 Todos nos hemos sentido vacíos, perdidos en lo que parece ser un mundo que solo intenta dañarnos, buscamos consuelo en algún rinconcito oscuro mientras con fuerza nos aferramos a lo que fue o pudo ser un tierno instante. Con paisajes oscuros y orgánicas formas que envuelven recuerdos detenidos en el tiempo, aires de paciencia y serenidad aún la adversidad, entramos en la metafórica obra de Lucy Tejada. Pereirana de nacimiento, Caleña por crianza, precursora por desarrollo.

“En una época en la que las mujeres eran vistas esencialmente como amas de casa, Lucy aparece en escena como una pionera. Fue una de las primeras tres mujeres en graduarse como bachiller en el Valle del Cauca, la primera en matricularse en Bellas Artes, en Bogotá y seguramente la primera en conquistar con altura el panorama artístico nacional” (Centro virtual Isaac pp. 2).



Maquina triste es un grabado sobre plancha de acrílico de 1983 con 50cm x 70cm de dimensión. Allí priman 4 figuras, tres de ellas creo son mujeres y la otra una máquina que las sostiene. Antiguamente pocos eran los trabajos en los que una chica era recibida, es de conocimiento popular que quienes las empleaban eran en su mayoría fábricas en especial las de textiles, la historia de este material va de mano con la evolución del sexo femenino, estas fábricas solo contrataban niñas y mujeres que fuesen obedientes, fuertes y con destreza manual, la paga era un tercio dela masculina también se veían expuestas a químicos que deterioraban la salud.[1] En la obra de Lucy vemos por cantidades la tela como material, el dibujo de su textura, dar a ver que el grabado debe ser transferido a textil o un papel con mayor cantidad de algodón, la tela protege, recubre la piel, brinda calor también ataja y aprieta menos dura que el metal más efectiva que la madera y en el uso delata nuestra procedencia.

Las tres mujeres llevan uniformes holgados, poco más arriba de los tobillos, mangas hasta los codos, no resalta en ellos decoración alguna, se ven simples, de pobre aspecto y un paño les cubre la cabeza, no hay zapatos que hagan juego pero en remplazo sus caras de mirada perdida, enflaquecidas las alumbra la carencia, manos recogidas entre las piernas, como temerosas y bien portadas ante su lúgubre paisaje, donde todo es igual de llamativo, gracias al claro oscuro que la artista domina.

Una de las mujeres mira adelante su expresión es reflexiva, extraviada en sus pensamientos no lleva ni manos ni pies juntos, tal vez así busca su equilibrio, a diferencia de la segunda que se sostiene cabizbaja y recogida, ya exhausta ha perdido hasta el pañuelo de la cabeza; la tercera me resulta curiosa indiferente, da la espalda y en su expresión por poco se dibuja una sonrisa. Miradas fijas en lo desconocido como todo aquel que es otro.

Una maquina quizás de cartón, quizá de acero y perdigones, formada por  variedad de elementos: sogas que parecen anchas serpientes entran y salen del gran motor, palancas, mangueras, tornillos, piñones, partes de un proyector cinematográfico, monedas gigantes, cuerdas, mayas, tal vez imagino o genero relaciones entre formas y figuras que preconcibo pero en esta máquina de todo lo que nos rodea hay también una rueca de hilar, y lo que las sostiene del oscuro vacío que simula ser el piso es una columna acostada de tela quizá producto de la existencia de esta máquina y las 3 vidas.

Lucy Tejada tiene la facultad de ser enigmáticamente alegórica, disfruta que su obra sea interpretada desde cada consciencia en sus palabras nos alienta a divagar quien busca encuentra, solo nos advierte que hay un malestar. “Lucy Tejada quiere decirnos algo, insisto, siempre ha querido decirnos algo profundo y claroscuro que ella misma quizás no se atrevería a decirse ni siquiera en sus más hondos momentos. Algo respecto de lo cual ha venido elaborando lo mejor de su obra, una brutal intuición, la desesperanza total. Desde el origen mismo, desde la niñez, su negación. Una impresionante paradoja, que sólo el alma misma de una artista era capaz de llevar hasta sus últimas consecuencias” (Cruz Kronfly Fernando pp. 6) Me han dicho que un buen maestro permite construir opiniones y solo fuera de clase expresa la acorde a su discurso y ser artista es un trabajo de tiempo completo.

Analizando la obra Lucy y redactando de esta reseña escuche en cada ocasión lo que considero sadmusic, buscando sugestión para entrar en melancolía, así llegue al pensar de que en conjunto es una gráfica de la mente, la maquina es el constructo social que en la nuestra habita, sosteniendo a 3 carentes seres: Devenir, Hoy y pasado. El devenir esta curioso del mañana e incomodo ante lo que vendrá. Hoy está en presente resignado por la máquina que le atormenta, encogida busca esconderse. “pensé en lo desagradable que era que le dejaran a uno fuera; y pensé que quizás era peor que le encerraran a uno dentro; y tras pensar en la seguridad y la prosperidad de que disfrutaba un sexo y la pobreza y la inseguridad que achacaban al otro” (Woolf Virginia pp. 20).
El pasado, ayer ignora lejano pues ya no siente dolor, le hizo frente a sus asuntos y ahora recuerda con gracia.    

Lucy Tejada nace el 9 de octubre de 1920 bajo el signo zodiacal de libra que simboliza la delicadeza, armonía, belleza, cultura artística, sin duda características de esta artista que se jacta orgullosa de mantener sus ingresos estables solo por la venta de su obra, en vida dio varios giros que resultaron notorios en obra, como el viaje que realizo con su esposo y también artista Antonio Valencia a la guajira en 1950 a su regreso reflexiono sobro el papel de la mujer indígena, comenzó a pintar oníricos paisajes y motivos de colores vivos, influenciada también por su hermano Hernando Tejada, como en su obra de la moda y otros demonios.

Vivió en Cali hasta los 91 años cuando soñó muerte. En una casa de puertas abiertas a otros artistas en Los Cristales, llena de obras de arte, todos procuraban  mantenerla bonita, había un espacio dedicado a taller y se festejaban tertulias cine foros con invitados de la altura intelectual de Estanislao Zuleta, era una mujer romántica y reservada, con gran sentido del humor, querida y admirada por todos, se labro a mano limpia su estatus y admiro que aun tras haber abandonado otras carreras en relación al arte que había iniciado, logró mantenerse fiel y vivir de los mundos que construía habitados por mujeres, nostalgia y niños.


[1] Esta Información no la he inventado,  varias antecesoras pertenecían a dicho gremio y me fue sorsa encontrar que la Profesora e investigadora Luz Gabriela Arango escribiese de este tema en  “Industria textil y saberes femeninos” de 1994.

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